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24 de abril de 1996

Columna 10

Debe de ser año de elecciones otra vez. No hace mucho, un grupo de políticos se reunieron en las puertas de la cárcel de San Quintín para prometer a la prensa y a su grupo de seguidores que si son elegidos, acelerarán el proceso de las ejecuciones y, por supuesto, serán duros con el crimen. Cuando oigo a un político prometer esas cosas, sólo puedo soprenderme. Para mí, indica una de dos cosas. Una, que el político nunca ha estado en la cárcel, excepto para quedarse fuera de las puertas, para que así los medios de comunicación puedan tomar fotografías de ellos, lo que se supone que debe hacernos pensar que son duros con el crimen, porque dan discursos fuera de la cárcel. La otra posibilidad es que están tan desesperados porque les elijan que están deseando comerciar con vidas de personas para conseguir votos.

Desde los últimos sesenta y principios de los setenta, los políticos se han puesto duros con el crimen. Las leyes se han hecho más duras, los tribunales han puesto más difícil defenderse a los acusados (salvo si tienen mucho dinero) y las cárceles se han vuelto más duras. Y aún así, con toda esta dureza, los índices de crímenes han ido poniéndose cada vez peor. Así que, si se han puesto duros en todas las áreas, aún así el índice de criminalidad han ido creciendo, en relación directa con las campañas de "seamos duros". Esto haría que cualquier persona lógica se diera cuenta de que, aunque los políticos están haciendo lo que la gente quiere, no están solucionando el problema. Parece que la venganza y el castigo son más importantes que intentar rehabilitar a una persona para que no vuelva a la cárcel, una vez que ha salido de ella. Un eslogan que suena pegadizo, como "tres delitos y se acabó" parece conseguir más apoyo que la idea de que cuando una persona es enviada a la cárcel, debemos trabajar con ella para que no haya un segundo o un tercer delito.

Parece que a la gente le molesta muchísimo que una persona salga de la cárcel y cometa más crímenes, en muchos casos, crímenes muy violentos y horribles que asustan a la gente. La gente empieza a pedir sentencias más largas y cárceles más duras, pero ignoran el hecho de que esta persona acaba de salir del sistema penitenciario, así que, ¿por qué no se hizo algo para asegurarse de que saldría y llevaría una vida productiva y dentro de la ley?

No puedo evitar preguntarme cómo reaccionarías los que ahora estáis leyendo esta columna si, por alguna razón, acabáis en la cárcel, con alguna sentencia. En este clima de dureza con el crimen, no es una idea tan descabellada como pueda parecer. ¿Cuántos de vosotros habéis hecho cosas en el pasado que, cuando ahora miráis hacia atrás, os hacen mover la cabeza y preguntaros en qué narices estabais pensando cuando las hicisteis? Bien, hay mucha gente sentada en las cárceles que hizo lo mismo, salvo que les pillaron y acabaron dentro, cumpliendo una condena. Habitualmente son buenas personas que hicieron algo estúpido y que no pensaron antes de hacerlo.

Ahora intentad imaginar cómo reaccionaríais si os enviasen a cumplir condena en un lugar donde lo que os rodea es absolutamente diferente a todo lo que habéis sido expuestos en el pasado. Un lugar donde la violencia no es sólo algo que ves en la televisión, sino que es una forma de vida que ves todos los días en la realidad. Un lugar donde lentamente, día a día, pierdes una parte de la persona que eres, y del ser humano que eres. ¿Qué puede remplazar eso? No creo que sea difícil imaginárselo. Cuando has pasado unos años en un mundo en el que pierdes una parte de tu alma todos los días, y es remplazada por el instinto de supervivencia y, para conseguirlo, debes volverte insensible ante la violencia, y ser compasivo es algo que se ve como un símbolo de debilidad y sólo hará que otros piensen que eres una presa fácil, te transformas en algo mucho peor de lo que eras cuando te enviaron allí.

¿Cuántos de vosotros querríais que alguien que acaba de salir de la cárcel, después de vivir años en un ambiente así, viviera en la puerta de al lado? Después de todo, la persona que sale de la cárcel es un producto de lo que habéis respaldado... un sistema judicial más duro, así que imagino que os gustaría ver lo que vuestro sistema ha creado. O quizás debería ser obligatorio que cuando una persona sale, debería vivir al lado de los fiscales, policías, jueces y políticos que ayudaron a enviar a esta persona a la cárcel por x años. Después de todo, deberían estar ansiosos por disfrutar el producto de sus esfuerzos. Apostaría a que, si esto ocurre, veríais cambios tan rápidos en las actitudes que harían que vuestra cabeza diera vueltas, y quizás empezaríais a ver las soluciones reales a los problemas, en vez de la condescendencia y la retórica que veis ahora.

Otra cosa que he pensado es que a la gente que juega un papel significativo en las leyes y en las cárceles, deberían pedirles que pasen al menos una semana, cada tres meses, viviendo dentro de una cárcel. Así se darían cuenta de cuáles son los verdaderos problemas. Por supuesto, nunca veréis algo así ocurrir. Es más fácil conseguir votos jugando con los miedos, la rabia y el odio de la gente, que intentar conseguir soluciones reales y prácticas a los problemas. Sé que casi todas las personas que están en la cárcel no quieren volver a ella, pero necesitan ayuda. La rehabilitación puede parecer un lujo hasta que ves lo que le cuesta a la sociedad no hacerla.

Es todo lo que tenía que decir esta vez. No espero que estéis de acuerdo con lo que digo, pero pensad sobre ello. Después de todo, cuando enviáis a una persona a un lugar en el que pierde el respeto por ella misma y el respeto por otros, ¿creéis que saldrá y tendrá respeto por vosotros o por vuestra propiedad?

Hasta pronto,
Dean