01/02/03/04/05/06/07/08/09/10/11/12/13/14/15/16/17/18/19/20/
21
/22/23/24/25/26/27/28/29/30/31/32/33/34/35/36/37/38/39/

 


01-10-1995

Columna 7

He vuelto – al menos hasta que este cartucho de tinta se me acabe. No he podido escribir en un par de meses porque mis cintas de tinta para la máquina habían desaparecido. Cambié un libro de sellos por una cinta medio usada, así que espero que sea bastante para escribir esto. Es difícil conseguir recambios y no sé cuánto tiempo pasará hasta que pueda conseguir más . . .  sobre todo porque no tengo dinero para comprar más ahora mismo. Escribiré tan a menudo como pueda, o cuando pueda.

Quería hablar un poco de la amistad. Cuando yo estaba en el mundo real, el concepto de amistad tendía a ser un poco ambiguo para mí, con un par de excepciones. Había docenas de personas que consideraba mis amigos, pero a quienes consideraba amigos íntimos, podían contarse con los dedos de una mano.

El viejo dicho de que no sabes quiénes son tus amigos hasta que los necesitas nunca es tan cierto como cuando te meten en la cárcel, incluso más aún cuando acabas en el corredor de la muerte. El hecho de ser arrestado me abrió los ojos: hubo gente, que yo consideraba mis amigos, a los que les faltó tiempo para desentenderse de mí. De muchos de ellos no esperaba mucho. Otros con quienes he compartido momentos muy especiales ni siquiera se han molestado en enviarme una postal para desearme que me encuentre bien o para ofrecerme palabras de apoyo y hacerme saber que esperan que salga bien de todo este lío. Eso me dolió un poco, sobre todo porque yo creía que ellos sabían que yo no era el tipo de persona que hace las cosas por las que se me acusa. La cosa que yo he estado ahí cuando algunos de ellos han tenido momentos malos y por eso me decepciona todavía más que me den la espalda. Ahí fue cuando descubrí el fenómeno americano de la amistad por conveniencia. Fue realmente un descubrimiento.

Por otra parte, también descubrí que soy una persona muy afortunada. Los amigos que yo consideraba más cercanos estuvieron todos ahí excepto uno. Los que estuvieron intentaron ayudar en lo que pudieron. Por desgracia, en un período de más de 10 años un par de ellos se han distanciado también, pero me considero afortunado de tener todavía amigos por ahí colgando. No ha sido fácil para ellos y sé que mi situación también les ha causado un montón de molestias.

A riesgo de sonar sensiblero, no sé que habría hecho sin esos amigos. Es como una lección de humildad pensar en lo que esta gente ha pasado por mí. No ha sido fácil para ellos y sospecho que no hay ninguna postal de Hallmark que exprese el amor y la gratitud que siento por ellos.

Entrada la noche, cuando está todo más tranquilo aquí en el corredor, me tumbo aquí, en la oscuridad, y pienso en mis amigos. Revivo los buenos momentos que hemos pasado, tiempo atrás, en mi memoria. Me pregunto que será de sus vidas ahora, si son felices, qué piensan de mí. Con los que se alejaron de mí, me pregunto qué dirían si yo pudiera preguntarles por qué me dieron la espalda cuando más los necesitaba. De los amigos que sí estuvieron ahí por mí, me pregunto cómo podría hacerles entender cuánto lo siento por haber tenido que soportar esta locura y la molestia de todo el proceso. ¿Cómo podría agradecerles su amor y apoyo? Esa es una de las cosas raras de tumbarte a oscuras, se te da bien preguntarte cómo encontrar una manera de expresar lo que sientes o lo que piensas.

Por último, me pregunto qué diré a los amigos que han estado a mi lado todo este tiempo si llega mi hora. De vez en cuando, cuando me tumbo aquí a oscuras, intento escribir una última carta para mis amigos. En las cartas que les escribo a cada uno de ellos, intento encontrar las palabras para decirles lo que hay en mi corazón, les digo cosas para ayudarles a superar mi muerte y les digo que no quiero que sufran por ello. No es agradable pensar en eso, pero creo que merecen mucho después de todo lo que han tenido que pasar. Normalmente soy optimista, pero también soy realista y tengo que tener en cuenta todas las posibilidades. Así que intentar escribir una carta a los amigos es algo en lo que tengo que pensar en el caso de que el estado me mate.

También he hecho un par de amigos desde que estoy aquí. Amigos de fuera, del mundo real. A algunos de ellos los he conocido en persona, pero la mayoría son exclusivamente amigos por correo. Cuando los conozco, entienden cuál podría ser mi destino y me ofrecen un montón de apoyo. A lo largo de los años, los que escribieron por curiosidad tienden a desaparecer, pero los que se quedan suelen ser gente por encima de lo normal en cuanto a fuerza emocional y mental se refiere. Saco mucho de su fuerza, y me ayuda a llevar toda esta mierda cuando las cosas se ponen feas a veces. Irónicamente, la mayoría de la gente es extranjera. Supongo que la gente de otros países no tiene la sed de sangre que tienen los americanos. A veces me sorprende el amor y la compasión que tiene la gente en su corazón, especialmente por alguien a quien nunca han conocido en persona. Les explico la actitud de los americanos hacia la gente presa en general, y en el corredor de la muerte en particular, y se quedan boquiabiertos. Nuestra forma de justicia es algo incomprensible para ellos y un par hasta me ha insinuado si adorno lo que les cuento de nuestros tribunales, polis y cárceles. No parecen entender del todo que no hay ninguna necesidad de adornar lo que les cuento, la verdad es suficiente.

En cuanto a la amistad con otros del corredor de la muerte, no tengo a nadie a quien considere amigo mío. Suelo encerrarme en mí mismo por una cosa, pero en el pasado hubo un par de tíos a los que consideraba amigos míos. Uno de ellos fue apuñalado por otro interno, con el otro perdí el contacto. Aquí hay tíos que hacen amistades de verdad, pero yo no tengo intención. Tengo conocidos con los que me llevo estupendamente, pero prefiero dejarlo así. De algún modo, la idea de hacerme amigo de alguien a quien un día quizá lleven a la cámara de gas no me atrae. Es más fácil mantener las distancias.

Bueno, ya he cascado mucho por hoy . . . y no me quedé sin tinta en el proceso. Espero poder volver a hablar con vosotros pronto.

Hasta pronto,
Dean